
No me he vuelto loco, los Cleveland Cavaliers son históricamente uno de los peores equipos de la NBA. Desde su fundación y entrada en la liga, la franquicia de Ohio siempre tuvo claro su rol en esta liga: conseguir buenas opciones de draft, si es posible la mejor haciendo valer sus continuos pésimos balances en la liga, para poder formar un equipo competitivo en torno a la última figura drafteada de turno.
Así desde sus comienzos en los 70, Austin Carr se convirtió en la primera estrella de los Cavaliers. Esta incorporación hizo que el balance de esta franquicia pudiera ir in crescendo temporada tras temporada pero la meta más grande a la que podía aspirar este equipo era meterse en los playoffs.
En la temporada 1975-1976, Cleveland consiguió llegar a las finales de Conferencia Este tras vencer a los Washington Bullets en primera ronda, cayendo ante Boston en la final (con el premio a Bill Fitch como mejor entrenador del año bajo el brazo para los Cavs).
Este momento, unido a la cima baloncestística alcanzada a finales de los 80, con jugadores adquiridos de la misma forma como Larry Nance, Mark Price o Ron Harper, los Cavs se metieron otra vez en playoffs incluyendo tres temporadas como más de cincuenta victorias. No obstante, un equipo joven y emergente con ‘‘Dios’’ de su lado, los Chicago Bulls de Jordan, hundieron moralmente y deportivamente a la franquicia de Ohio.
Tras estas debacles, Cleveland comenzó un periodo de decadencia que arrastró hasta el año 2003, año en el que, precisamente, el sucesor de su verdugo, Michael Jordan, llegaba desde high-school a la franquicia de su ciudad, Lebron, King, James.
A través de esta incorporación y unida a la de Mike Brown en 2005, los Cavs encararon uno de los proyectos deportivos más ilusionantes de la historia de la Liga y con una única meta a largo plazo, el anillo de Campeón de la NBA.
Poco a poco comenzaron a carburar y la química del equipo así como los aficionados presentes al Quicken Loans Arena creció como la espuma. Temporadas ilusionantes les esperaban y finalmente hace dos años llegaron donde precisamente querían, a una final de NBA ante los Spurs. Una dura derrota (4-0) ante los tejanos les privó del título, pero todo el mundo que pudo presenciar aquella final sabía que no iba a ser la última de Lebron en su carrera, mas hablando de un chico tan joven (24 años).
Esta temporada, y con la suma a este equipo de un gran Maurice Williams que puede ayudar y secundar las actuaciones de Lebron James, los Cavs se encuentran actualmente como mejor equipo de la NBA por encima de los Lakers. El promedio brutal en casa (30-1) es irrefutable. Jugadores que han dado un paso al frente como Anderson Varejao, Delonte West o el All-Star Zydrunas Ilgauskas permiten volver a soñas a los aficionados de Cleveland con el objetivo que tuvieron desde que King James llegó a los Cavs. El anillo de Campeón (y de paso el MVP para Lebron y el premio de mejor coach a Mike Brown)
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